Alberti y los cómicos del cine mudo

En 1929, Rafael Alberti escribió gran parte de los poemas de uno de los libros de poesía más entrañables y fabulosos que relacionan la literatura con el cine. Me refiero al poemario titulado Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, un librito que es un homenaje a los cómicos del cine mudo.

En este pequeño artículo haremos un breve repaso a la relaión entre la Generación del 27 y el cine, apuntaremos algunas pequeñas notas sobre el poemario de Alberti y nos centraremos en uno de los poemas más famosos del libro, ‘Buster Keaton busca por el bosque a su novia, que es una verdadera vaca’.

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El 27 y el cine

La Genaración del 27 y los poetas de vanguardia españoles de los años 20 y 30 sintieron una especial atracción por el séptimo arte. Numeros ensayos críticos en La Gaceta Literaria, infinidad de poemas y alguna que otra película nos demuestran el encanto que el cine ejerció sobre los poetas de la Edad de Plata.

Ejemplos famosos de esta atracción por la luz hipnótica salida del cinematógrafo son las películas de Buñuel Un perro andaluz o La Edad de Oro, guiones como Viaje a la luna de García Lorca o poemas como ‘Cinemática’ de Aleixandre en Ámbito, ‘Cinematógrafo’ de Pedro Salinas en Seguro Azar o ‘En el cinema’ de Guillermo de Torre en Hélices, entre otros.

En 1929, año en el que Alberti escribió su poemario Yo era un tonto…, el mundo fue testigo del estreno de Un chien andalou, película dirigida por Luis Buñuel (en la que Dalí tuvo algo que ver) y que fue considerada por André Bretón como «el primer film surrealista» de la historia. También, en ese mismo año, García Lorca escribía en Nueva York el guión de Viaje a la luna como respuesta a la película de Buñuel, que el poeta granadino consideraba un ataque directo a su persona.

Con estos dos ejemplos, entre otros muchos, queda bastante claro que el movimiento vanguardista español no fue ajeno al encanto popular producido por el cine mudo. Ni tampoco lo fue a las posibilidades que ofrecía dicho medio de expresión a la renovación estética y revolucionaria que pretendían. El cine les ofrecía un nuevo lenguaje, una velocidad y ritmo desconocidos hasta el momento, una realidad distinta que podía suplantar la propia y un juego visual de imágenes encadenadas con un frenesí vertiginoso.

Yo era un tonto… de Alberti

Pero también fue importante la aparición de los primeros mitos de la gran pantalla; todo un star system con nombres como los de Chaplin, Buster Keaton, Harold Lloyd, Harry Langdon, etc…, que deslumhraron no sólo a la gran mayoría sino también a los intelectuales de la época.

En este entorno surge Yo era un tonto…. El libro de Alberti era todo un homenaje poético a esa figuras cómicas de las películas americanas, que consiguieron, junto con el siempre difícil objetivo de hacer reír, presentarse como transgresores de la realidad creando una nueva forma de hacer poesía.

El título del libro lo tomó Alberti prestado de unas palabras dichas por el personaje del gracioso en La hija del aire, una obra de Calderón de la Barca y las primeras lecturas de estos poemas tuvieron lugar el ‘Cinema Goya’ de Madrid en una de las sesiones del primer Cineclub Español, creado precisamente por Giménez Caballero, Buñuel y César M. Arcanada, poetas todos vanguardistas.

Los cómicos del cine con su humor iconoclasta, provocador y anárquico, deslumbraron a un joven Rafael Alberti, que utilizó sus voces y sus piruetas rocambolescas para estos poemas, en su mayoría escritos para ser interpretados.

En este libro Alberti se nos muestra burlón y melancólico, irónico y cargado de hedonismo, como un Charlot mitad hombre gris, mitad payaso; como un pobre vagabundo que intenta arreglar el mundo con un bastón, un te quiero y unos zapatos muy grandes.

Buster Keaton y la vaca

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Yo era un tonto, surge del cine y se alimenta de películas donde los cómicos son los progtagonistas. Ejemplo de esta situación es el poema titulado ‘Buster Keaton busca por el bosque a su novia, que es una verdadera vaca’, que es una referencia muy clara a Go West (1925), film en el que el personaje interpretado por Keaton, después de haber impedido el robo de ganado en el rancho donde había sido contratado, prefiere como premio no a la bella hija del dueño del rancho, sino a una hermosa vaca de nombre ‘Ojos Castaños’ . Surrealismo en estado puro que Alberti supo trasladar a la perfección de la pantalla al papel en blanco.

Para terminar y dejar constancia de la atracción de Alberti por el cine nos quedamos con un verso de ‘Cal y canto’  donde Rafel Alberti apuntaba: “Yo nací – ¡respetadme! con el cine”… No es casualidad por tanto el nacimiento de este librito dedicado a los cómicos  y que rezuma amor por la mecánica, la risa y la poesía.